martes, enero 30, 2007

Juegos lésbicos



Quería una tarde divertida.
Agarrarme a otra hembra y bailar para mirones.
Sacudir mis tetas ante sus caras "amemadas" y aturdirlos con címbalos de oro.
Mantener el clima a lengüetazos y jugar al falo ceñido en la cintura, persiguiéndolos a todos.

Esconderme más tarde con mi amada y abordarle de a poco.
Enredarla entre mis dedos y mi lengua y friccionar los clítoris, para encendernos.
Quedar tendidas luego bocarriba, cogidas de la mano y embriagadas de senos sáficos, vulvas de ensueño y dulces de Lesbos.
Pero sólo me dejó asomarme bajo su falda.
Éramos ¿niñas? de 13 años por entonces.

domingo, enero 14, 2007

Pa-ya-so


"Mi querida Srta. Gegen:
Es de buena educación contestar a los mensajes recibidos, al menos una respuesta breve hubiera sido más que suficiente. No me queda más remedio que suponerle, además de viciosa y zorra, insolente y maleducada. Dos semanas enteras bajo mi tutela educacional le vendrían bastante bien."
Suyo
DesvirgaMan
Estimado Sr. DesvirgaMan (su nick promete risas, así, de entrada):
Pongo en su conocimiento (nunca es tarde) que esta última misiva suya es la más interesante, a la par de cómica, de las que me envió en estos dos últimos meses. Por tanto, muy a su pesar me temo, resultó la única elegida para ser contestada. Se preguntará el porqué de mi respuesta en no-privado, pero no desespere, le explico. Le resultará sencillo de entender:
- Los mensajes de poco interés no los contesto. Por qué? Porque es mi decisión, de la misma manera que crear el blog a mi gusto (y no al de otros) fue decisión mía. Mala educación? Puede, ni siquiera me lo planteé. No es una de mis prioridades hacer gala de mi educación recibida ante personajes que no despiertan mi atención. Insolencia? He aquí un ejemplo claro de insolencia que me he permitido el lujo de exponer para su correcto entendimiento del adjetivo: "Contestar su mensaje en público". Esto es insolencia, querido, lo demás es bastante subjetivo.
- A los mensajes de un payaso, a mi parecer, les corresponde el circo. Y qué mejor circo que una exposición pública? Segunda insolencia que me permito en este post, declarar su condición de payaso después de hacer uso público de su mensaje. Añado además, que lo de su "tutela educacional".. uf, sin palabras me dejó.. sumida en una especie de ecuación kafkiana muy pero que muy considerable.
E ironías aparte (sólo un poco).. Semejante prepotencia mal-ingeniada (pues es de agredecer el ingenio, por mi parte, incluso en la misma), sumada a otra serie de cosas que usted y yo sabemos, es lo que me llevó finalmente a adjudicarle el calificativo de payaso. Enhorabuena, pues! Se lo ganó a pulso.
En cuanto a mis adjetivos de "viciosa" y "zorra", me voy a tomar la molestia, ya que me puse, de añadir algunos más:
- Soy una viciosa
- Soy una zorra
- Soy una puta
- Soy una perra
- Soy una guarra
- Soy una cerda
- Soy una pervertida
- Soy una depravada
- Soy.. se aceptan sugerencias..
Sin otro particular y en espera de que se pierda un rato largo a digerir lo anterior mencionado antes de volver a hacer el gañán en mi correo electrónico, se despide esta zorra (que no la suya),
Gegen
Nota a pie: Al final tuvo sus cinco minutos de gloria, mírelo por el lado positivo. ;)

sábado, enero 13, 2007

Brutal


Anoche volví a recordarte
De una manera física
Visceral
Oliendo partes de almohada
Chupando sudores y más líquidos
Me hice ovillo y te esperé en las nalgas
Cerré los ojos y contuve la respiración
Anoche me rompí a pedazos
Y me quedé pequeña tirada en la cama
Hecha jirones

viernes, enero 12, 2007

Lo aberrante



"En lo aberrante encontramos deleite, y placer en lo mas detestable.
Cada día descendemos un paso al infierno, sin horror, entre tinieblas que apestan."
Charles Baudelaire

miércoles, enero 10, 2007

Perro III



Con un paño mojado comienzo a limpiar tu cara.
- Cierra los ojos.
Me pones esa carita de ángel que tanto me gusta. Ojos cerrados y pestañas disparadas. Sigo pasándote el paño, por todos los pliegues, mientras no dejo de observarte. Me entran ganas de comerte la boca y lo hago.
- No, no me beses. Relaja los labios y déjame que yo te los coma.
Me gusta besarte así, de labios relajados y lengua dormida, porque atrapo con mis labios como quiero y recorro con mi lengua exactamente lo que quiero recorrer.
Te salen pequeños gemidos sin querer. Y como me gusta escucharlos, me separo un poco de tus labios y me quedo así quieta, cerca de tu boca entreabierta, dándote mi aliento. Entornas los ojos y te sale una especie de quejido que ahogas rápido. Se parece bastante a los "pucheros" del bebé momento antes de echarse a llorar. Ahí ya me matas.
- Está cachondo el perrito, eh?
Asientes con la cabeza. Sin darte cuenta, has ido separando las piernas en un esfuerzo por aliviar tu entrepierna. Pero el "Apollo", lejos de encontrarse aliviado, mira a la luna más tieso que una vela.
- Escuece?
Vuelves a asentir.
- Quieres que te alivie?
Idem.
- Pues pídemelo.
- Alíviame.
- Pídeme que te folle.
Me miras implorante.
- Fóllame.
- Así no, convénceme.
- Por favor, fóllame.
Niego con la cabeza.
- No me convence.
Te impacientas y comienzas a retorcerte en el suelo.
- Estás pensando cómo debes pedírmelo. No lo pienses. Sólo dilo.
- Necesito que me folles.
Te salió rápido. Vas captando la idea.
- Sigue, vas bien.
- Necesito que me abras el culo y me folles.
Jadeas entre nervioso y espectante.
- Eso necesitas?
- Sí.. sí..
- No es suficiente.
- Joder, que no puedo más. Dios..
- ..
- Taládrame el culo con lo que tú quieras, pero fóllame ya, por favor.
Por un momento, eres consciente de lo que me estás pidiendo. Aprietas los puños y tratas de decelerar tu pulso. Pero no funciona, verdad?
- Eso quieres? Que te taladre el culo?
- Sí..
- ..
- Por favor..
Te tiemblan los labios.
- Buen chico.
Conoces mi predilección por la sodomía. Especialmente aplicada a tus nalgas, que a estas alturas de sobra sabes que son mi perdición. Me has conmovido tanto que he notado una lágrima bajar, los dos sabemos por dónde.
- Al salón.
Una vez allí, abro mi maletín y saco unas muñequeras de cuero unidas por una pequeña, pero resistente, cadena de tres eslabones.
- Date la vuelta.
Te giras sobre el suelo y me das la espalda. Cojo tu mano derecha y te ajusto una de las muñequeras. Acto seguido, hago lo mismo con tu izquierda, de manera que ambas queden unidas por la cadena y bien sujetas.
- Tiéndete en la mesa con las rodillas en el suelo.
La mesilla que acompaña al sofá es baja, de manera que tu cuerpo queda en ángulo recto a tus piernas.
El contacto con el cristal es frío y rechinas los dientes. Te mueves durante un rato tratando de encontrar la postura más cómoda. Bajo hasta tus piernas y te las separo.
- Las quiero bien separadas. Si las mantienes así, no me obligarás a separarlas con algo más sólido.
Ante tal declaración de intenciones, tú mismo levantas más el culo y abres todo lo más que puedes las piernas. La postura elegida te va a resultar incómoda de soportar una vez penetre el intruso, de manera que decido relajar tus mofletes con un par de cachetadas secas en cada uno. Se tornan entonces de un rojo pálido con la marca de mis dedos. Es ahora cuando el riego sanguíneo se pone como loco por recorrer tus venas más deprisa. El momento justo de preparar tu agujerito. Mi aliado ahora, la mantequilla, que es bastante más cochina que el aceite o cualquier lubricante, pero es la que mejor correponde a un perro cachondo como tú. Lo extiendo alrededor del anillo y voy abriéndoles paso a mis dedos. Me mantengo un buen rato hurgando dentro y dilatándolo para que no ofrezca mucha resistencia al pseudo-falo que vendrá después. Tú te retuerces tímido como si fueras una colegiala siendo desvirgada en el sofá de su casa. A medida que mis dos dedos van entrando entre espacios cada más cortos de tiempo, vas subiendo más tu culo. Noto entonces pequeños empujones hacia mi, como queriendo ser devorado por ellos.
- Yo creo que ya es hora de saludar al Sr. Falo.
Me coloco en un rápido movimiento el consolador de arnés que tenía preparado en una esquina del sofá y cubierto por una bolsa de tela roja. A éste no lo conocías.
Como buena anfitriona, hago las presentaciones..
- Saluda.
Giras tu cabeza hacia mi lado y lo ves. Antes de que digas nada (que lo ibas a decir) me adelanto.
- Tranquilo, seré suave por esta vez, pero no es muy diferente a cuando tú me das por culo a mi. Sólo es una polla en mi entrepierna. Verás como hacéis buenas migas.
Vuelves a posar la cabeza en la mesa, resignado, aunque alerta a cualquier movimiento mío. Agarro tu cadera con mi mano derecha y te atraigo hacia mi. Con la otra mano coloco el falo en la entrada de tu agujerito y lo rodeo un rato, para que os vayáis "conociendo". En el momento que se relaja y abre, introduzco la punta, me agarro bien a tu cadera y doy la primera embestida, de una sola vez. Algo parecido a un quejido sale de tu garganta. Comienzan a temblarte las piernas. La saco y vuelvo a embestir, agarrándome fuerte esta vez a tus dos caderas. Otro quejido. Un gemido. Me acerco un poco más y pego mi cuerpo al tuyo. Vuelvo a embestir una y otra vez. Te noto extraño debajo, con esa mezcla de quejidos y gemidos que se hacen jadeos ahogados. Tiro de tus caderas hacia mi de manera que pueda acceder mejor a tu cintura. Acaricio entonces tu vientre y me vuelvo a pegar a tu cuerpo. Y así penetrado y acoplado a mi, te digo al oído..
- Me gustas, perro.
Y ahora viene cuando guardamos la partida hasta la próxima y nos follamos como perros, tanto tú, tanto yo (tanto monta, monta tanto). Porque como dijo un tal Calderón de la Ruleta.. "la vida es un juego, y los juegos.. juegos son" (el de los sueños, obviamente, era otro Calderón :P)

martes, enero 09, 2007

Perro II


Me sigues en silencio por el pasillo. Llegamos al salón y me siento en el sofá. Tú te quedas muy quieto cerca de mi a la espera de que te diga cómo debes hacer para comenzar a cenar. Estás tan atolondrado que no te das ni cuenta de que en la mesa sólo hay un plato, el mío.
- Mi plato?
Casi al rato de decirlo, miras a un lado del sofá y lo ves ahí, en el suelo. Se te empieza a palidecer el rostro.
- Sin cubiertos?
- Dónde viste tú a un perro comer con tenedor?
- Con.. las manos..?
- Viste a alguno comer con las manos?
Te quedas un rato largo mirando el plato rebosante de espaguetis con salsa de tomate. Pareces hipnotizado, como si no hubiera nada más en ese cuarto que ese plato amenazante. Como no te decides, doy un pequeño toque con mi pie en el plato y lo avanzo hacia ti.
- Empieza.
Inclinas la cabeza dubitativo, pero cuando tu nariz roza un hilo de espagueti retrocedes.
- No puedo.
Vuelvo a deslizar mi pie hacia el plato y lo avanzo un poco más.
- Come.
De nuevo inclinas la cabeza, despacio, examinando la manera de pegar el primer bocado sin mancharte de salsa de tomate. Decides comenzar abriendo tu boca y enseñando los dientes, a modo de protección. Pero al primer contacto con la que será tu cena, te das cuenta de que no será posible mantener tu cara intacta. Así que, derrotado, te abandonas y hundes tímidamente tu nariz en la masa de espaguetis. Te lleva un buen rato familiarizarte con tu tarea. Cuando parece que vas domando los rebeldes hilos bajo tus dientes, aparece un nuevo replicante salpicando tu cara de salsa de tomate y obligándote a cerrar los ojos. Condenados espaguetis, jodida salsa de tomate.. estoy segura que piensas. Yo, mientras tanto, paladeo mi cena, no mostrando demasiado interés (aparente) por la batalla campal en la que se ha convertido tu cena. En algún momento, haces ademán de utilizar la mano para ayudarte, pero te la aparto enseguida con el pie. Asimismo, cuando salta algún hilo de espagueti fuera, te llamo la atención y, agarrándote directamente del collar, te obligo a recogerlo de nuevo al plato.
Te ha costado mucho, pero has terminado tu cena. No muy seguro de si debes lamer los restos de tomate en el plato, me miras. Pero no te digo nada. Así que inclinas tu cabeza, sacas la lengua y te dispones a limpiarlo. Inesperadamente, notas mi pie descalzo en tu hombro diciéndote que pares e incorpores la cabeza. Entonces bajo el pie hasta el plato y comienzo a embadurnarlo de salsa. Una vez bien cubierto lo acerco a ti. Supones rápido lo que has de hacer, aun así te digo..
- Posa tus manos en las rodillas y arquea la espalda. Vas a lamer mi pie como si fuera mi coño. Así que tendrás que aplicarte, porque quiero mojarme.
Acercas tus labios a la planta y los posas.
- Sólo quiero ver tu lengua, no poses los labios. No cierres la boca en ningún momento, ni para tragar saliva. Si babeas, mejor.
Incluso así, con la cara y el cuello llenos de tomate, boca abierta y lengua afuera como un perro salido, estás encantador. Tú seguramente te ves ridículo. Yo, en cambio, te veo guapo. Mucho.
Bajo mi cabeza a tu altura, frente a ti, muy cerca de tu cara, y te saco la lengua. Te muestro entonces cómo quiero que la muevas.
- Así lo quiero.
Y aunque soy consciente de lo complicado de mantener cierta rapidez en la lengua después de un tiempo prolongado, veo tu esfuerzo por complacerme y aun no resultándome tan sibilina tu lengua como yo pretendía, me excita verte tan dedicado. Dejaste el pie limpio, que era el otro de tus dos acometidos, por tanto, decido regalarte un rato más distendido, en el que sólo deberás relajarte y dejarte hacer.
- Voy a limpiarte la cara y después voy a follarte. Cómo lo ves?
Das un pequeño respingo. Se te encienden los ojos a la par de otra cosa.

lunes, enero 08, 2007

Perro I



- De rodillas.
Miras a un lado y a otro de la habitación, como esperando encontrar "a saber qué" y bajas al suelo, poniéndote de rodillas.
- Desnúdate.
Desabrochas tu camisa, la quitas y la retiras a un lado de la cama.
- Ése no es el sitio.
Me miras interrogante.
- Dónde si no?
- Al suelo, a la ropa de un perro le corresponde el suelo.
La bajas hasta el mismo y la colocas en una esquina, formando un gurruño. Ahora te dispones a bajarte el pantalón y entonces viene "cuándo la matan". El pantalón llega a la altura de la rodilla y entonces necesitas un punto de apoyo para continuar bajando. Haces ademán de levantarte. Coloco mi mano sobre tu hombro y presiono hacia abajo.
- De rodillas, dije.
Después de un corto titubeo, apoyas tu mano izquierda en el suelo con firmeza mientras que con la otra procedes a quitarte el resto del pantalón. Una vez fuera, lo dejas al lado de la camisa.
- Ves cómo no es tan difícil?
Me miras.
- Baja la cabeza.
La bajas y clavas tu mirada en el suelo. Abro mi maletín y extraigo un collar de cuero negro. Lo coloco alrededor de tu cuello y engancho la cadena a su argolla. Listo.
- Tienes hambre?
Te sorprende la pregunta y no sabes qué contestar. Optas por..
- Un poco.
- Yo mucha, vamos a cenar.
Con cara de "y ahora qué hago yo" me vuelves a mirar espectante. Pero no te digo nada. Agarro la cadena y tiro de ella. Te quedas parado sin saber por dónde tirar.
- Habrá que hacer algo de cena, no?
- Y yo..?
- Tú te vienes conmigo, como un buen perrito.
Vuelvo a tirar de la cadena y me sigues a gatas. Estás descolocado, ni puta idea tienes de a qué viene esto, pero tú me dijiste que querías jugar, y quiero hacerte entender, desde un principio, que en este juego yo soy quien manda y tú sólo obedeces. Contra primero lo asimiles mejor. Me sigues con la cabeza baja. Supongo que te ves ridículo gateando. Debes sentirte además, bastante imbécil por acceder a jugar a un juego del que no sabes cómo saldrás parado. Pero me sigues, con un montón de preguntas en la cabeza, me sigues. Algo te dice que ahora no es el momento de cuestionarte las cosas. Y me sigues.
Llegamos a la cocina. Abro uno de los cajones y escojo el paño menos rugoso al tacto que veo. Lo extiendo en el suelo, en una esquina.
- Colócate ahí, haré algo rápido de cena.
Te colocas en la esquina. No me miras, aunque intuyo que no lo haces, más que por tu nueva condición de perro, por vergüenza. Sientes vergüenza. Me acerco hasta ti y te pido que me mires. Sonrío.
- Lo estás haciendo muy bien. No deberías avergonzarte por ello. Eres un perro y te comportas como tal, así de sencillo.
Sonríes. Entendiste el mensaje.
Vuelvo a mi tarea y te dejo en tu esquina.
- Espaguetis.. te parece?
Asientes con la cabeza.
Me dispongo a cocer la pasta y calentar el tomate. Te mueves bastante en tu rincón, supongo que es una mezcla de incomodidad por tus rodillas y de nerviosismo por saber qué pasará después. Sólo puedes estar a la espera. Probablemente no entre dentro de tus cuestiones el plantearte cómo me encuentro yo en este momento. Yo sí lo sé, me divierte.
La cena está lista. Llevo los platos y demás enseres al salón. Una vez dispuesto todo, me acerco a tu esquina, recojo la cadena del suelo y tiro hacia mi.
- Vamos a cenar.

miércoles, enero 03, 2007

Número 3


En cada persona hay varios espacios, unos oscuros, otros claros. Pueden quedarse o pueden salir. La gran mayoría de esos oscuros prometen oportunidades de deleites infinitos. A mi no sólo me prometieron, si no que cumplieron. Doy fe. Y es por eso que soy como quiero ser. Vivir sumergida en el placer del jugar por jugar es una de mis mejores adicciones. Así lo noto y así lo digo. Estoy arraigada a un extraño hedonismo.

martes, enero 02, 2007

Atisbando, gerundio


Nunca fui una buena chica, aun a sabiendas de que ello me traería disgustos. La máxima aquella de que "las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes" siempre me pareció bastante coja. Y es que, las chicas malas vamos donde queremos, aunque eso signifique darnos de bruces con más de un sinsabor final.
A veces jugué a restregarme con desconocidos/as en lugares atestados de gente. Otras a cazar "discriminadamente" para, acto consumado, banear de mi lado. Pero esto ya se lo dije.
A veces deseo azotarle fuerte para después consolarle mientras le follo suave (o salvaje, dependiendo de lo que provoque en mi). Se lo dije?. Otras, rezo de rodillas con su polla en la boca mientras espero que perdone mis ofensas. No lo sabía?
A veces se corre (o salpica) en mi cara y parece bendecir lo zorra que soy. Bien que lo sabe. Otras, me corro en su boca y me gusta mirarle sucio y más perro que los perros. Me gusta mirarle debajo.
A veces santifica mi coño con la ternura infinita de sus embestidas. Sí, sí, sí. Otras, mimo su culo, para después castigarlo, y me gusta escucharle gimiendo como las chicas. Sumo y no sigo.

"Te voy a follar como te mereces", te digo. Y tú, desnudo, de rodillas en el suelo y apoyada tu cabeza en la cama, sientes como te penetro desde atrás. Notas mis 50 Kgs. de peso en cada embestida. Enloqueces porque te agarro del pelo y tiro hacia mi, obligándote a arquear la espalda y usándote como mi muñeco sexual. Follado como una puta, me pides.. "Arráncame la piel a tiras".
Este blog está sujeto a una Licencia Creative Commons. Si alguien siente vulnerado su copyright, no tiene más que comunicármelo.