lunes, febrero 27, 2006

Ganas de..

.. tocarte


.. olerte

jueves, febrero 23, 2006

Ábreme


"Escucho tu canción en la frontera
de la serenidad y el estallido:
hay notas de sollozo y de rugido,
dentro de ti la rosa y la pantera;
Y también la vestal y la ramera,
ruta de lo legal a lo prohibido;
ábreme las compuertas del sentido,
dejando en plena libertad la fiera.
Quiero olvidar tu vertical, la mía,
y revolcar tu piel en rebeldía
sobre la hierba joven de mi ofrenda."
Francisco Álvarez Hidalgo

jueves, febrero 16, 2006

María V



Estamos las dos en mi cama. La he tenido así de cerca en muchas ocasiones. Nos hemos rozado las tetas cantidad de veces, unas sin intención, otras intencionadamente. También nos hemos tocado, más arriba, más abajo y nos hemos enredado en las bragas. Pero ahora es distinto. La tengo para mi, nadie más que yo va a mirarla, no tiene de qué avergonzarse. Entonces la escucho mientras me habla, le cuesta hablar tan de seguido, por eso me gusta escucharla. No interrumpo, sólo miro y escucho. A veces me fijo en sus labios, finos, pero muy brillantes. Me habla de sus cosas. Miro sus ojos, vuelvo a mirar sus labios. Ojos. Labios. Y bajo al cuello. Le tiembla. Frío? Subo un poco más la colcha y cubro sus hombros. Pero dejo a la vista su escote. Lleva un camisón de tirantes y le asoma parte de las tetas. Se da cuenta enseguida de que se las miro, y sube la colcha hasta cubrirlas del todo. Ella me ha dicho muchas veces que le gustaría tener menos tetas y que las odia. A mi me parecen bonitas. Sus tetas son grandes, como todo su cuerpo, dónde está el problema? Yo lo veo todo en armonía. No quiero tetas, ni culo, ni nada pequeño para María, porque ella es así, y me gusta.

- María, déjame tocarte..

(Me mira y no acierta a decir nada)

- Me he pasado todo el día pensando en que esta noche podría tocarte.
- Ya.. yo también.. y quiero, pero.. no sé..
- Si te sientes incómoda paro, pero déjame tocarte, por favor..
- Es que estoy.. como rara.. nunca he estado con una tía.
- No importa, yo tampoco estuve así con ninguna. Si lo prefieres, no hagas nada, déjame a mi.
(Me mira)
- Vale
Pistoletazo de salida! Alargo mi brazo y comienzo en su cara. Me gusta tocarla, con la yema de mis dedos, con el revés de mi mano. Su frente, retiro flequillo, sus cejas, poco pobladas, sus párpados, cerrados, sus pestañas, cortas y suaves (como de niño), el principio de su nariz, pequeña, pero larga. Bajo, me quedo en sus aletas, veo gotitas de sudor en la zona del bigote. Bajo, el borde de sus labios, cerrados, los rodeo, finos y muy marcados, ahora secos. Acerco mi cara, cojo sus labios con los míos, me quedo mucho rato así, rozando sus labios, respirando en su nariz. Bajo mi mano, por su barbilla, cuello, y espero donde puedo notar sus pulsaciones. Comienzo a sudar entre las piernas. Me acerco más, arrimo mis caderas a las suyas. Abre sus piernas, y entonces meto la mía entre las suyas. Muy pegadas, comienza a respirar más fuerte, su boca abierta, cerca de la mía, busco su lengua y nos chupamos las bocas, nos comemos, mientras agarro su pelo, fuerte, mientras sigo rozando con mi pierna sus labios por debajo de sus bragas mojadas. Tengo sus pezones duros en mis tetas, que suben y bajan, se retuerce mucho. La agarro por las caderas y la bajo. Me coloco sobre ella.

- Abre las piernas.
Echa su cabeza hacia atrás y se coge las tetas con sus manos. Está cachonda, y yo, mirándola así, debajo de mi.. buff, qué decir, pues que me muero. Ahora! Su boca muy abierta, y jadeando, la como.. su cuello, estirado, lo como.. sus tetas, todavía cubiertas con sus manos, aprieto, las como.. su vientre, moviéndose, izquierda, derecha, chupo.. chupo.. sus bragas, manchadísimas, se las baja un poco con la mano, termino de quitárselas. Le abro bien las piernas y miro. María tapa su cara con el brazo.

- Me gusta..
Cubierto de vello, sus labios hinchados.. y un hilo brillante cae de ellos hacia las sábanas. Lo cojo con mis dedos y lo llevo a mi nariz, luego a mis labios. Y bajo.. y allí me quedo, en su coño.. y lo como.. muy suave. Tenemos tiempo y no me importa pasarme la noche así, entre sus piernas.

María se corre en mi boca, mientras tira de mi pelo fuerte.
Londres 1997

miércoles, febrero 15, 2006

María IV


Trabajaba en una pastelería tres manzanas más allá de la residencia. Me asomé al cristal y allí estaba, colocando los estantes. No había casi gente a esa hora. Su jefe tampoco parecía estar a la vista. Entré. Al verme, me devolvió una mirada entre asustada e interrogante. Comenzaron los nervios, miró a mil sitios distintos, digo yo que buscando la mirada de su jefe por alguna parte, también tratando de no encontrarse con la mía, claro.

- No voy a estar mucho tiempo. Sólo he venido a pedirte una cosa

(Silencio)

- Por qué no me dices lo que me escribiste esta mañana?
- El qué?

(Ahora empieza a quitar cosas de los estantes, a ponerlas, a quitarlas y a ponerlas)

(Me impaciento)

- Joder María, el qué?

(Silencio)

- Me vas a decir algo, lo que sea, o te vas a quedar callada?

(Más silencio)

- Buff.. vale María, me voy

(Me dispongo a salir)

- Pues.. eso.. (me suelta)

(Me doy la vuelta y la miro)

- Eso.. qué?
- Pues eso.. que me gustas mucho

Y qué hago yo ahora? Me acerco y la beso? Lo mismo sale disparada, y allí me quedo, con cara de lela. Me acerco y no la beso, pero le toco, no sé, la mano.. o la abrazo? Buff.. sale disparada fijo. Siempre lo hace. Todo esto pasando rápido por mi cabeza, que tanto procesar y procesar datos a toda leche, al final se queda con lo más sensato. Con María había que ir extra-suave, por tanto, elegí "la opción sensata".

- Tú también a mi

(Veo una especie de sonrisa nerviosa y me lanza una mini-mirada de las suyas)

- Me voy, luego hablamos, vale?
- Vale
________________________________________________

Y hablamos.. y la besé.. y me lo devolvió.. y la toqué.. y me sonrió.. Y pasaron unos días de miradas cruzadas, de encuentros a escondidas, de besos rápidos, de roces en el baño, o en el comedor, en la habitación por las noches (cuando estábamos rodeadas de gente), de "manitas" por debajo de las sábanas, a veces mi mano en su pecho, a veces en el vientre y allí se quedaba, cerca de sus bragas, mientras charlábamos con las demás. Todo esto disimuladamente, María me lo pidió. Todavía sentía vergüenza, todavía era pronto.

Un noche que Bea no estaba, aproveché la ocasión y le pedí que durmiera conmigo, en mi cama. Me dijo que vale. Arreglé la habitación lo mejor que pude, Bea y yo no la teníamos muy ordenada, y aunque María había estado allí unas cien veces, quería que se sintiera especialmente cómoda esa anoche. Encendí una vara de incienso, sabía que a ella también le gustaban. Puse algo de música mientras me liaba un canuto y la esperé.

martes, febrero 14, 2006

María III


Llegaron las confidencias por la noche, en el suelo del pasillo, en el cuarto de la lavadora, en las escaleras del comedor, en cualquier sitio que pudiéramos estar a solas (ardua tarea aquella). Ratos que normalmente terminábamos en mi cuarto, con el resto de la gente, pero a nuestro rollo. A veces nos quedábamos todas charlando hasta las tantas de la madrugada. María se sentaba a mi lado y solía enredarme en el pelo. A veces, apoyaba su cabeza en mi hombro y se quedaba así durante un buen rato. Yo prefería no abordarla en ese tema, opté porque ella misma se fuera acercando cada vez más. Era tan tímida que si me lanzaba demasiado rápido, podía mandarlo todo al cuerno.

Hasta que un día, apoyada como de costumbre sobre mi hombro, dejó caer su mano sobre mi muslo. La dejó un rato así, inmóvil. Un poco más tarde, comenzó a hacer "pequeños dibujos" con los dedos, como quien no quiere la cosa. Era la señal, creo que me estaba diciendo.. "ya puedes tocarme". De todos modos, para no hacer mucho caso al corazón que me estaba saliendo por la boca, seguí a mi rollo (como buenamente pude) con el resto de mis colegas. Hablando y hablando. Y la otra no quitaba la mano ni de coña. Se hizo tarde, nos teníamos que acostar. "Te quedas un rato?" le dije, así sin pensar. "Vale". Bea se metió en su cama y nos pidió que no hiciéramos mucho ruido. María y yo nos sentamos en la cabecera de mi cama y nos encendimos un cigarro. Hablamos mucho rato (bajito). De vez en cuando alguna carcajada, y ya saltaba Bea: "ya os vale, más bajo". Lógicamente a mi me daba más la risa. La tenía tan cerca y me sentía tan bien a su lado que me importaba un huevo si Bea conseguía dormir o no. A ratos nos callábamos y nos mirábamos.
Joder, qué difícil se me hizo aquella noche no besarla. Estaba muy muy cerca. Hasta nos habíamos rozado la cara cuando empezamos a reirnos. Y ahora más tranquilas, estábamos ahí paradas, mirándonos. Aproveché un rato que bajó la vista (solía hacerlo cuando la mirada se hacía muy prolongada) y le cogí la mano. Se quedó muy quieta. Entonces empezó a ponerse nerviosa y a mirar para todas partes. "Un cigarro?" me dijo.. "no, mejor me voy que ya es tarde". "Como quieras" le dije.. y se fue. MIERDA! QUÉ CAGADA! QUÉ GRAN CAGADA! Controla (-mi nombre-), controla.. Esa vez me masturbé sólo para acabar muerta y dormirme sin tener que darle a la cabeza ni un minuto más. A falta de porros (se acabó el hachís), era la mejor manera de anestesiarme un rato. Lloré de rabia, la había cagado.

A la mañana siguiente, como todas las mañanas, salí rumbo a mi primer trabajo, bastante floja de ánimo, no quería ni pensar en la noche anterior. Me distraje como pude y cuando terminé, volví a la residencia, para darme una ducha, comer y dirigirme al segundo trabajo. Al llegar a la habitación me di cuenta que la puerta no tenía dos vueltas, si no una. Ni Bea ni yo cerrábamos así. Habría entrado alguna monja? Las llaves siempre se quedaban abajo, en el recibidor, estaba prohibido sacarlas fuera. Y si hubiera entrado María? No sé, me dio por pensarlo. Me fijé en si había algo raro en el cuarto, algo movido, fuera de lugar. Pero todo parecía en orden. Putas monjas! Qué se les habrá perdido aquí? Me estaba convenciendo por momentos que había sido alguna de ellas. Pero al abrir mi armario vi un sobre. Ponía María. Me tuve que sentar.. a saber qué decía dentro.. lo mismo me mandaba a la mierda, o el típico comodín de muchas tías (para los tíos): "bueno, como amigas, pero hasta ahí, eh?" No sé cual resultaría peor de las dos. La leo. El contenido, por supuestísimo, me lo reservo. Fue una de las cartas más bonitas que he recibido. Le gustaba, mucho. Pero que no sabía cómo hacerlo. Vergüenza, miedos y demás historias. Me llenó dos folios enteros de todos los detalles con los que se había quedado de mi. Guao! Volví a leerlos una vez más. Después, me fui a por ella.

lunes, febrero 13, 2006

María II


Era peluquera y esteticista. Un corte de pelo no le iba a pedir, acababa de cortármelo hacía poco. Ya está, las cejas. Aproveché el siguiente encuentro para soltárselo. "María, soy negada para arreglarme las cejas, me lo haces tú?"

Se acercó tímidamente, tenía que mirarlas bien. "No hay mucho que arreglar, están bien así, de verdad no sabes hacerlo? Para quitar cuatro pelos no necesitas saber mucho, es fácil" (alucinando me quedé después de toda esa retahíla de palabras seguidas, tan raro en ella). "Pues no, ya te digo, negada.. si quieres me lo haces y me enseñas para la próxima".. "Vale, voy a por mis pinzas, espera".

Lo ideal hubiera sido compartir ese rato nosotras dos solas, pero lamentablemente las "cotorras" de mis colegas estaban en el otro rincón del cuarto. Nos sentamos en mi cama.. "cómo me pongo?". María se sienta a "lo indio" sobre la cama y me dice que me tumbe boca arriba y que pose mi cabeza sobre el hueco de sus piernas. Con la mano izquierda coge mi barbilla y la sube un poco más arriba, y con la derecha, pinza en mano, empieza la tarea. Cierro los ojos. A mi esta simpleza me relaja, curioso. A pesar del dolor de las pinzas al tirar para arrancar. Me gusta. A veces he llegado a quedarme hasta dormida mientras me depilaban. Claro que entonces no era el caso, estaba muy lejos de relajarme en aquel momento. Estaba bien, vamos, de coña. Sentía las manos de María agarrándome la cara, a veces bajaba un poco por el cuello y yo ahí tumbada, de vez en cuando, abriendo los ojos y viendo su cara (al revés) tan concentrada en la labor. En esa postura era inevitable que sus pechos quedaran bastante más a la vista que sus ojos. Los tenía muy cerca de mi cara. Y eran, como toda ella, grandes. Y en aquel momento, inmensos. Buff.. y casi me rozaban la cara. Hablamos. Ella, mientras, arrancándome pelos y yo arrancándole risas (era seria, pero yo haciendo el payaso me llevo la palma). Nos estábamos acercando.. bingo!

Un rato más tarde, ya en mi cama. Mi compañera de cuarto dormida (supongo.. XD). Yo despierta. Y entre mis piernas un zumo de lima-limón increíble. En mi cabeza, una y otra vez.. María, María, María.. repitiendo su nombre un montón de veces. Acordándome de sus manos sobre mi cara. Más zumo.. Dios, qué calentón! Y esas montañas casi-casi sobre mi frente.. me pareció que olían a mandarina.. Su colonia? Su camiseta? O es que le olían así? Más zumo, claro.. "buff.. yo me vuelvo loca esta noche". Me masturbé varias veces, no conseguía calmarme ni siquiera con los primeros orgasmos. Aunque me dejaban agotada, no podía dejar de tocarme. Está claro que me dormí, pero me desperté varias veces y me llevaba la mano a la entrepierna de una manera mecánica. Menuda noche me diste, María.

domingo, febrero 12, 2006

María I


Fue la primera experiencia sexual seria (por decirlo de alguna manera) que tuve con una chica. La mejor. Hubo química desde un principio. Nos caímos bien, a pesar de las circunstancias que nos rodeaban, que no ayudaban mucho, la verdad. Era grande, manos grandes, brazos grandes.. todo, en resumen. Noté rápido que eso le acomplejaba, y le hacía ser una persona muy callada, casi retraída. Yo qué puedo decir.. a mi me parecía preciosa. Me puedo poner a describir detalladamente todo lo que me gustaba de ella, pero prefiero ser egoísta y quedármelo sólo para mi.

Nos tocó compartir residencia dos meses. Ella vino un poco después de mi,
a las dos semanas. Vino sola. Bueno, con dos maletas y una mochila. El primer día que entró, yo estaba en el recibidor, hablando con la hermana Heather. Fue precisamente ella quien abrió la puerta. Yo estaba apoyada en el mostrador mirando unos folletos sobre unos viajes. Al escuchar las presentaciones, giré la cabeza y la vi. Reconozco que lo primero que pensé fue: "vaya mole", odioso por mi parte, lo sé, pero las cosas pasaron así, para qué adornarlas. Desde donde estaba, me salió un "hola". Ella hizo un gesto con la cabeza.

Después de las típicas presentaciones de rigor, la hermana se la lleva a la sala de al lado y cierra la puerta. Como era la hora de la cena, yo me bajé al comedor.

Estábamos todas a mitad de la cena, cuando ella entró. Lógicamente, al abrirse la puerta, todas miramos. Después, mientras se acercaba a la ventana donde servían la comida, se hizo el silencio. Ella lo notó y se puso nerviosa. No encontraba la bandeja, cogió el tarro de la leche en vez de la del agua, le temblaban las manos.. Una vez servida, allí se quedó de pie, mirando.. dónde podía sentarse? Ya no era el centro de atención, cada una estaba a lo suyo.

Le hice un gesto con la mano.. "aquí". Y vino. Todas las tías de mi mesa comenzaron a hacerle preguntas, cómo te llamas? María.. de dónde eres? Bilbao.. cuántos años tienes? 24.. y algunas más. Yo (la tenía enfrente) me dediqué a mirarla (disimuladamente, claro). Me fijé que tenía las pestañas apelmazadas y algo mojadas. Si no la tenías cerca no reparabas en ello. Pero una vez te fijabas, se hacía demasiado evidente, había llorado, tal vez antes en la sala, cuando habló con la hermana. Nunca me lo dijo, y yo tampoco pregunté. El caso es que, a partir de esa noche, yo empecé a sentir curiosidad.

Como suele pasar en un lugar lleno de tías, había muchos roces diarios. Aunque cada una tenía sus cosas que hacer, la mayoría teníamos más de un trabajo al día (yo en concreto tenía tres, tela..), las veces que nos encontrábamos eran ratos muy relajados. Por hacer una similitud, en esos momentos en que las cosas nos eran bastante hostiles en la calle, en la residencia, nos ocupábamos las unas de las otras, de alguna manera, éramos como una especie de familia. No pasaba entre todas, claro, las había de todas las clases. Estaban las niñas de papá, las que habían llegado a parar allí de vacaciones y no tenían nada mejor que hacer que pasarse el día tumbadas a la bartola y cuando salían, ir de tiendas, recorrer todas las tiendas de ropa de Londres. No hacían mucho más. Tampoco les pregunté, desde el primer día, fueron un cero a la izquierda para mi. Estas estaban, lógicamente, a otra onda (jo tía.. y qué me pongo yo ahora?, por poner un ejemplo) y no tenían nada que ver con nuestras historias. Luego estaban las estudiantes, las que hacían el equivalente al B.U.P. o el C.O.U. en la ciudad cosmopolita. Estas eran totalmente neutras. Estaban a lo suyo, que era sacar buenas notas y no se daban a notar, tampoco resultaban molestas, así que lo dicho, neutras. Luego las "correveidiles" por antonomasia. Estas sí que eran como granos en el culo. Tenían la habilidad de meter las narices siempre donde nadie las llamaba. Y como nuestra "cueva" (sitio de encuentro de las nuestras, vendríamos a ser una media de nueve, siempre había entradas o salidas) siempre fue un lugar que despertó curiosidad entre las nenas de la residencia, ellas siempre guardaban cola ante cualquier posible "notición" que contar. Estas, por mi parte, se llevaron más de un portazo en las narices, y más de dos y de tres.. desprecios, pero no entro en el tema. También estaban las anodinas, las que pasaban por allí sin pena ni gloria. Nunca se metían en lo de las demás, ni éstas en lo suyo. Con alguna de ellas congenié bastante bien. Por último, nosotras.

Ya comentado un poco el plan que había en la residencia, en cuanto a mi historia con María, el primer mes fue de tanteo. Coincidíamos varias veces al día. A veces en el comedor (mis trabajos no siempre me dejaban tiempo para comer allí), por los pasillos, en los lugares comunes, en las habitaciones (muchas nos reuníamos allí, a veces venía ella), alguna vez coincidimos en la cola de la ducha, o en los baños.. Provocábamos coincidir muchas veces. Sabíamos el plan diario de ambas. Yo conocía sus horarios. Ella conocía los míos. Lo mejor de todo eran las miradas cuando nos cruzábamos por el pasillo. Eran largos, y a veces la veía venir desde la otra punta. Caminar pensando que cada vez estábamos más cerca y que llegaría un momento en que nos cruzaríamos, me ponía en un estado de "gilipollez absoluta" que más que caminar yo creo que flotaba. Entonces llegaba el momento, nos cruzábamos y nos lanzábamos una mirada rápida y un "hola". Ella bajaba enseguida la vista, era muy tímida, pero joder, eso me gustaba más todavía. Luego estaban los encuentros en alguna de las habitaciones. Me costaba acercarme a ella. Si una mirada seguía a un acercamiento, la notaba nerviosa y salía disparada. Debía hacerlo bien, debía darle confianza. Entonces se me ocurrió una idea.

lunes, febrero 06, 2006

Sentada sin bragas


Hay veces que no quiero roces. Basta con no llevar bragas ni tanga. Me puedo sentar en cualquier parte (de elegir, me quedo con el suelo) y abrir un poco las piernas. Lo noto entonces libre. Y yo tranquila. La sensación de que nada lo toque en ese rato me hace sentir bien. Y separo un poco más las piernas. Abrir labios. Y las junto de nuevo. Cerrar labios. Es agradable. No me toco, si acaso mis piernas, o los dedos de mis pies. No es algo sexual, sólo otra parte de mi cuerpo, como mi cara o mis manos.

sábado, febrero 04, 2006

Semáforo


"Click, parpadean los semáforos en la calle desierta.
Clack, sincronizan sus colores a las 4 de la mañana.
Rojos y verdes.
No hay espacio para la duda en las madrugadas.
Click-clack, los ritmos del corazón.
Sístole-diástole. Izquierda y derecha. Todo o nada.
Nada y vísceras.
El día que acaba será como mañana.
Click, las arterias nos animan con su mecánica biológica.
Clack, las redes informáticas giran sobre sí mismas.
Optaremos por la decadencia o el silencio.
Desear, esperar. Esperar, desear.
Click-clack, el lenguaje de los sexos cuando la situación trasciende.
Tu coño líquido y abierto. Mi polla abrasada de sangre y calor.
Susurraremos el grito ebrio de placer al viento.
Sólo somos el aborto de un bit.
Click, rozar nuestro primer milímetro de carne y humedad.
Clack, alimentarnos tan sólo por ese cordón umbilical llamado deseo.
Morir de plenitud. Morir de olvido.
Click-clack, morir en tus brazos."
Un impresentable
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