miércoles, agosto 23, 2006

Pornología acuosa



La inclinación del falo, su pendiente arqueada. Chupar lentamente la flor, como una mariposa. Y así, sin más prolegómenos que glande mimado, resbalar su cabeza hasta el ganglio superior. Hacer una erótica arcada. Gemir. Abrir tus piernas y estirar el papel couché, que no tenga arruga ni mácula espesa. Abrir entonces tu cuerpo, usar al falo como barra de ejercicios, como estertor, como si fuera una droga. Limpiar la hoja y respirar, que en este caso el falo es tu bastón.
No hay momento en el que no tengas esta rígida dependencia, lloras suplicando otra lluvia dorada, otro espumante reguero directo al fondo de tu garganta. Y te deseas rellena de semen cremoso, te deseas con órganos de leche, o como una carcaza.
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