jueves, marzo 23, 2006

Algo huele mal en el juzgado

Mi relato no tiene nada que ver con la película de Krzysztof Kieslowski, Tres Colores Blanco, de la trilogía Tres Colores Azul, Blanco y Rojo, que no me pareció muy allá, aunque sí curiosa; pero la musa (la más chorra de todas ellas, pues son varias, tan simpáticas como puñeteras, depende de lo que pende) me visitó en la escena del juicio.
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Me escribes un mensaje diciendo que he vulnerado tu derecho a gozar de las pasiones maritales causándote un gran daño psíquico (posiblemente irreparable), sin contar con esos 10 kgs. tuyos que desaparecieron de la báscula como por arte de magia (digo yo que en esto te hice un favor). Pues bien; recibido, leído, y además te propongo que me lleves a juicio, para que cumplas tu deseo de verme violenta "in situ", ya que jamás conseguiste verme así en la cama (segundo favor que te hago).

Pensando más detenidamente, llego a la conclusión de que tus razones nada tienen que ver con tu dignidad. Me inclino a pensar que sólo es cuestión de polla dura (y madura). Ni más ni menos.
Llegado el día, me quedaré en la puerta mientras fumo un cigarro y ensayo mi defensa:
- Verá, señor juez, es que.. ya no le quiero.
El juez me escudriñará con su mirada y supongo que se le quedará una cara de póker difícil de borrar durante el resto del acto. No, eso no. A quién le importa el amor en un juicio? Otro intento..
Verá, señor juez, hace tiempo, años incluso, que no disfruto de un buen cunnilingus. Y no es que mi vida se centre en ese pequeño detalle, pero considero que merezco un poco más de dedicación, contando que yo he tenido su aparato genital en mi boca bastantes más veces que mi cepillo de dientes.
A esas alturas, supongo que su cara no sería muy distinta que tras el argumento primero, pero tal vez con este primer entrante consiga dejarle si no satisfecho, al menos curioso.
El día llegó y, finalmente, quedó en Acta lo siguiente:
- Señor juez, mi marido es el hombre más "sexualmentepasivoanodino" que he conocido. Es una desgracia que he tenido que soportar durante seis años, y dada mi corta edad, ya es un valioso tiempo perdido. Lo siento, "señoría", pero mi paciencia tiene un límite. No quiero un hombre que ponga más interés en su tiempo de bricolaje (es decir, en clavar cuatro clavos mal clavados) que en hacerme sentir bien copulando.
- Pero señora, usted no fue informada acerca de la cláusula "en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta.." durante el acto nupcial?
– Uy.. y eso.. tiene validez legal?
- No, pero nos ahorra sesiones de este tipo. Por hacerme perder el tiempo le caerán 6000 euros de multa.
- Es una broma, no?
- Por replicar, otros 6000. Y ahora vaya desnudándose, no dispongo de todo el día.
- Me lo tengo que quitar todo?
– No, déjese la corbata, hace juego con sus ojos.
– Entonces, me dejo también los ojos?
- Señora, me veo en el deber de informarle que las burlas también tienen su sanción. Póngase a cuatro patas que irán pasando los magistrados por orden de corrupción.
- Todos?
- Sí señora, y yo el primero.
- Uff..
Nota a pie: Una de tantas pajas mentales que a veces asoman. Y digo mentales y no manuales, pues esta vez mis dedos sólo fueron causantes del aborto de arriba; es decir, coña (y no coño).. XD
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